martes, 25 de mayo de 2010

OPINION - 25-05-2010

Es todo un símbolo que en una esquina se encuentren Mariano Moreno y José Artigas. No es casualidad. No existen los hechos fortuitos en las esquinas de la historia.
Mariano Moreno, aquel fogoso abogado secretario de la Primera Junta de Gobierno, fue un auténtico hijo de la Revolución Francesa, la más grande revolución de la historia. Devorador de los libros de su época, influenciado por las ideas de Rousseau, Montesquieu, Voltaire, Descartes. Con errores y enormes virtudes, impregnó al movimiento de mayo su espìritu revolucionario. Fue fiel a sus convicciones, coherente con sus principios y, molesto para aquellos que dudaban ante cada paso que debían dar. Se murió muy rápido y, también, así se fue muriendo también, el fuego revolucionario.
Artigas, que decir de Don José. El más grande caudillo federal que diera el país rioplatense. El que en sus tremendas Instrucciones a los Diputados del Año XIII, dejara sentados los principios rectores del autentico federalismo basados en la construción de una Patria hermanada bajo los ideales de la solidaridad, justicia social e independencia económica. Enfrentado a los intereses del Puerto, que lo calificaron como el enemigo al que se debía desparecer. Fue un revolucionario de avanzada, al proponer y llevar adelante la reforma agraria en la Banda Oriental. Conoció como nadie la traición y el desprecio de aquellos que vivieron bajo su protección. Hoy su bandera vuelve a ser reivindicada como símbolo de unión e independencia de los Pueblos de América.
No es casual que Moreno y Artigas se encuentren en una esquina colonense. Tal vez, si creemos, si nos sumamos, si comenzamos a caminar juntos, a pensar que se puede construír una ciudad más justa, más solidaria, que contenga a las mayorías, desde Moreno y Artigas, con el espíritu y el legado de aquellos genuinos próceres, comience a gestarse el sueño de una Colón para todos.-
Prof. Gustavo A. Pérez

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